Quiero contarte un secreto hoy para que mañana, cuando seas grande y la tristeza te agüe en las pupilas, no pierdas la esperanza.
Con el pasar de los años, a medida que le gambeteaba los cascotazos a la vida, se me empezaron a perder las risas.
De pronto me di cuenta que se me iban acabando y, a veces, pasaban días sin que la magia redentora del reír saltara por mi alma y me renaciera el cuerpo.
Entonces me puse triste.
Pero después me dije que tendría que buscarlas de alguna manera.
El tiempo pasaba siempre buscando yo, aunque fuera, una risa cada tanto. Pero una risa en serio, una risa de verdad, esa que te brota espontánea cuando te hacen cosquillitas muy adentro y se te explota la vida en un sinfín instantáneo de buenaventura.
Cada tanto la encontraba, me ayudaba tu mamá. ¡Y era tan feliz cuando lo lograba!
Un día me puse a pensar donde se habrían marchado esas risas, que antaño, solían poblar mis días y hasta mis noches de soñar.
Creí que era el destino de todos, que con los años y de tanto andar, se nos olvidaba el reír por mucho aprender a resistir.
Entonces lo acepté así y, todos los días, me pasaba acechando las horas para encontrar una risa.
Con el pasar de los años, a medida que le gambeteaba los cascotazos a la vida, se me empezaron a perder las risas.
De pronto me di cuenta que se me iban acabando y, a veces, pasaban días sin que la magia redentora del reír saltara por mi alma y me renaciera el cuerpo.
Entonces me puse triste.
Pero después me dije que tendría que buscarlas de alguna manera.
El tiempo pasaba siempre buscando yo, aunque fuera, una risa cada tanto. Pero una risa en serio, una risa de verdad, esa que te brota espontánea cuando te hacen cosquillitas muy adentro y se te explota la vida en un sinfín instantáneo de buenaventura.
Cada tanto la encontraba, me ayudaba tu mamá. ¡Y era tan feliz cuando lo lograba!
Un día me puse a pensar donde se habrían marchado esas risas, que antaño, solían poblar mis días y hasta mis noches de soñar.
Creí que era el destino de todos, que con los años y de tanto andar, se nos olvidaba el reír por mucho aprender a resistir.
Entonces lo acepté así y, todos los días, me pasaba acechando las horas para encontrar una risa.
Sin embargo hoy, cuando iba ya degustando mi enésimo reír, cuando sentí que el adentro se me desbordaba en tibiezas que me rellenaban los agujeritos del alma, me di cuenta que vos habías encontrado todas mis risas perdidas.
Y, además, me estás inventando risas nuevas, tan hermosas, tan llenas de mariposas, tan descubridoras que me has enseñado, a esta altura de mis años gastados, a reír desde el alma con el cuerpo entero.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
Miguel Hernández.
Y, además, me estás inventando risas nuevas, tan hermosas, tan llenas de mariposas, tan descubridoras que me has enseñado, a esta altura de mis años gastados, a reír desde el alma con el cuerpo entero.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
Miguel Hernández.
2 comentarios:
Querida katia.
Que divino nieto? y el relato una ternura.
Un beso enorme
Ce
Ojalá nunca perdamos la sonrisa.
Espada, escudo, o simple símbolo de libertad, es la expresión más pura del alma.
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